Desahogo

Llevo un buen rato sin pasarme por aquí a escribir...y la verdad que me ha hecho tanta falta. Creo que estoy pasando por una etapa rara en mi vida y de sentirme tan bien en las últimas semanas, que desbordaba felicidad por todos lados hoy me siento así: raro, medio vacío y no entiendo el por qué.

Que me gradué en Julio. Que me siento feliz de por fin haber concluido el trámite más tedioso que he tenido que hacer en mi vida porque creí muchas cosas de las universidades y luego me entero de que te apoyan más por otros lados que en el lugar donde por cosas del destino llegué a caer. Pero al mismo tiempo me siento triste porque a pesar de todo tuve grandes maestros que se han vuelto mis amigos y en los que puedo apoyarme profesionalmente y de los que he exprimido hasta la última gota de la naranja. Además de amigos que aunque me saquen de mis casillas (como hace cosa de nada) sé que no lo hacen de mala fe y que ahí están.

Que tuve un verano sensacional, muy unido a mis amigos de toda la vida, compartiendo a distancia una etapa tan diferente en el que la distancia geográfica no ha sido barrera para seguir demostrándonos continuamente el afecto tan grande que nos tenemos. Aunque en ese compartir haya descubierto que aquello que yo creía en un momento era cierto, aunque me lo negaron hasta quebrar con la más grande de mis amistades.

Uno de esos profesores que tanto admiro, Vicente Gómez Montero, me invitó a trabajar en un proyecto para la puesta en escena "Las lámparas no son estrellas" de la cual produzco el vídeo del segundo acto. Me emociona muchísimo la idea de que mi trabajo audiovisual se muestre en uno de los recintos más importantes del sureste: el Teatro Esperanza Iris, con mi nombre en los programas de mano. Ni yo sé la fecha, pero me emociona también el hecho de que mi trabajo se verá en varios estados del sureste mexicano. Qué mejor carta de presentación.

Terminé el curso de guionismo del Centro Cinematográfico del Sureste. Con gente igual de rara (o más) que yo y de la que he tenido gratas sorpresas al grado de que me he aliado con Unos Cuantos para formar proyectos de creación cinematográfica aquí. Sensacionales maestros los que tuve, los mejores de mi vida. Amigos con los que probé cosas diferentes, un ambiente sin tabúes, sin cuestionamientos, sin malas vibras, con las cosas bien claras. Ahora el viernes comenzaré el nuevo curso: cinefotografía. Esperemos me vaya mejor.

A mediados de todo esto, apliqué para el curso de estudios generales de cinematografía en el Centro de Capacitación Cinematográfica. Desde el inicio me hice a la idea de que pasar la primera vez que lo intentaba era casi una tarea imposible. Sin embargo de casi 400 quedé en los primeros 109 seleccionados y eso para mí fue algo maravilloso. Desgraciadamente no lo logré en la 2a etapa. Me sentí triste, mucho, aunque no sé si porque no pasé o porque defraudé a tanta gente que ya me hacía en el DF estudiando mi más grande pasión: el cine.

Participamos mi prima y yo en un concurso de foto organizado por el Partido Revolucionario Institucional a través de la Fundación Colosio. No ganamos. Pero logramos una beca. Esto a nivel nacional. Lo malo del asunto es que en el PRI no se dignaron en avisarnos teniendo ellos nuestros móviles, nuestros mails, nuestras direcciones...menuda organización.

Pero tengo otras buenas oportunidades como el desarrollo de un Simposium de Comunicación en la Universidad Olmeca junto con gente comprometida y que admiro y que están igual de preocupados que yo por que mis colegas estudiantes de comunicación no saben dónde tienen la cabeza y pretendemos que se ubiquen, que la opción laboral es tan amplia como nosotros la queramos ver.

Y aún más, pretendo presentar un proyecto para el Taller de Teatro de la Universidad Olmeca que pensé que no podría impulsar si me iba a México y ahora que ya no lo haré es mi más grande anhelo poder realizarlo.

Entre otras cosas que pasan por mi cabeza. Nada de lo que hago es pagado, por desgracia. Sin embargo, espero que esto sea también una llamada de atención a quienes andan por ahí reclutando. Aprendo rápido.

Y pese a todo esto, no me entiendo. Sigo sin hacerlo después de 23 años de existencia y a veces siento que jamás lo lograré. Tengo tantos deseos de seguir escribiendo y la página en blanco no me ayuda en nada, solo me aterra. Y toda esta felicidad profesional que siento sigue sin abrirme el camino para encontrar a la persona que me llene mis días...digamos que hubo un acercamiento, pero al parecer fue un desliz.

Espero no estar más tiempo alejado del blog. A veces, aunque nadie lea, es necesario sacar todo cuando no hay alguien que se siente a escucharte.

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