Así siento México

Sentir México como que suena a canción barata, pero sentir México es algo grande, enorme, gigante.

Sigue siendo ese país de gente trabajadora y honrada porque dicen las malas lenguas que la llegada y conquista de los españoles vino a perjudicar todo lo grandioso de México. Pero yo me pongo a pensar en qué sería de nosotros si eso no hubiera pasado. Mas el hubiera no existe. Y hay que dar gracias porque esa mezcla de culturas nos da como resultado el maravilloso México un poco turbulento que tenemos hoy. Sin embargo, en su esencia, México no son nuestros políticos, sino todo lo que está por debajo de ellos en teoría, porque en la práctica somos y valemos mucho más que la suma de todos ellos.

Amo a México con todos sus problemas. Eso es amor. No concibo mi vida fuera de México, por muy necesaria que esta pudiera ser. Porque amo su historia, amo sus calles, amo su idiosincrasia multicultural, amo su comida, amo su gente, amo sus bichos, amo sus tamalitos de maíz nuevo, amo su pozole con totopitos, su mole de olla y sus taquitos al pastor. Y en este mes llamado patrio cabe reflexionar que México no es un orgullo de un solo día, sino de todos ellos, los 365 o 366 que tiene un año y los cientos de miles que le quedan por vivir.

De su pasado valorar el legado de los pueblos ancestrales y los frutos que nos trajo la conquista, sus edificios majestuosos que han perdurado por cientos e incluso mil años y también sus vestimentas, sus colores, sus mentes, sus ideas.

De su presente preservar la paz, preservar el pasado, amar el momento y no ser mexicanos, sino ser México.

De su futuro hacer un país prospero, inteligente, educado, unido, grande por su gente, innovador y que no permite las ofensas externas.

Del tiempo que es, del ser México. Así siento México. Un país lleno de tantas cosas maravillosas que han quedad guardadas en la memoria personal y colectiva de cada quien ha estado en este suelo tan fértil, tan diverso, tan rico.

¡Ay del que no aprecie a México por lo que es! Hoy y siempre México.